Se afilan cepillos de dientes en Madrid
La capital de España vuelve a las cabeceras de la prensa europea como ejemplo de mala gestión. En el extranjero no ha pasado desapercibido que las administraciones se han librado a un pulso político.

Con el empeoramiento de la situación epidemiológica en Madrid y finalmente la declaración del estado de alarma, la capital de España se ha convertido en motivo de preocupación en Europa si uno se atiene a lo publicado estas últimas semanas en los principales medios de comunicación. Para pasmo de propios y extraños, mientras la cifra de contagios no paraba de subir, la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM), Isabel Díaz Ayuso, y el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, decidieron echarse una suerte de pulso político. Mientras, detrás suyo, el mago de Oz de la Moncloa, Iván Redondo, accionaba incansablemente las palancas que nos hacían ver a nosotros, los paganinis, a Ayuso como la encarnación misma del Mal, de manera que mientras la plebe se entretenía con su cuestionable gestión de la pandemia, se olvidaba de la del ejecutivo central, y el mal mayor ocultaba el menor.
“Las pinturas de Goya y Velázquez, y otros tesoros del Museo del Prado, sólo ven algún visitante ocasional; la estación de Atocha está prácticamente desierta; apenas tres botes navegan en el estanque del Parque del Retiro a pesar de la tarde soleada de este 3 de octubre”, escribía la corresponsal de Le Monde, Sandrine Morel, en su crónica. “Las terrazas de la ciudad presentan un aspecto triste”, continuaba en su descripción del panorama, “y la alocada noche madrileña se ha detenido, una vez más”. Al día siguiente, Morel, en un coloquio con los lectores, juzgaba que “los responsables políticos de todas las tendencias no han estado a la altura” y que “España tardó mucho más que Francia” a la hora de tomar medidas contra la segunda ola. El suizo Neuer Zürcher Zeitung comparaba por su parte la gestión de la pandemia en Italia y España y calificaba a la primera de “modélica” y a la segunda de “caótica”. En el caso de Madrid, atribuía el deterioro a “la mala coordinación y la falta de personal médico”. La petición de medidas cautelares realizada por Ayuso era descrita por el alemán die tageszeitung como un “show político” y de la presidenta de la CAM decía el corresponsal de este diario, Reiner Wandler, que “utiliza la pandemia para establecer un duro curso de confrontación con el gobierno de izquierdas”.
El bávaro Merkur aseguraba tras citar las cifras de contagios que “la situación de los ibéricos es cualquier cosa menos optimista”. Desde las páginas del Frankfurter Allgemeine Zeitung, Hans-Christian Rössler comenzaba su artículo con tono grave: “La libertad apenas ha durado cien días: Madrid se vuelve a encontrar aislada del mundo exterior”. Para Rössler, “el desafío” de confinar una ciudad de más de dos millones de habitantes es “inmenso”, pero necesario, ya que “desde hace semanas la situación de la capital de España recuerda, cada vez más, a lo sucedido a inicios de este año y despierta recuerdos traumáticos”, aunque “también en otras regiones de España”, como Navarra o Cataluña, “se registran cifras preocupantes”. Sobre el pulso entre Sánchez y Ayuso, Rössler recuerda que la segunda “ya obstaculizó durante la primera ola una gestión de la crisis conjunta” a pesar de que “las clínicas en Madrid [estaban] completamente desbordadas mientras en las residencias para ancianos de la región morían miles de jubilados”. De modo similar se expresaba Euronews, para el que “la disputa entre el gobierno conservador de Madrid y Sánchez, el líder del Partido Socialista, ha enfurecido a muchos españoles que encuentran mezquino usar una tragedia de salud pública para escaramuzas políticas.”
A pesar de los aires ‘guerracivilistas’ que se empeñan en darle al asunto algunos por estos pagos, entre el confinamiento y la crisis económica –de la que se habla menos, pero también contribuye a reducir la movilidad de la población– Madrid, si no España toda, se ha convertido para muchos en algo así como una gran cárcel, una en la que esta disputa seguramente no se resolverá a tiros de carabina, sino más bien como hacen las bandas de reclusos: con cepillos de dientes afilados, patas de sillas rotas y hojas de afeitar oxidadas, mientras los carceleros miran y hacen sus apuestas. La Hermandad Celtíbera, Vox, ya ha activado su maquinaria para hacerse indispensable a Ayuso. En este ala de presidio contamos con un gang que asegura tener un plan fantástico para sacarnos de ella sin apenas esfuerzos ni sacrificios, que, por supuesto, no pueden revelarnos del todo hasta el Día D, ¿pero todos sabemos que eso sólo ocurre en las películas, verdad? De momento, si escuchan atentamente, oirán un sonido suave, rítmico, constante: se afilan cepillos de dientes en Madrid.
Misión: salvar la imagen de España
Que la imagen exterior de España se ha resentido por la gestión del coronavirus no debe haber pasado por alto en determinadas instancias del poder. La semana pasada el Ministerio de Exteriores anunciaba haber designado a un aplicado grupo de mandarines, con Irene Lozano al frente, para “analizar las fortalezas y la esencia del país” y “potenciar la imagen internacional de España tras la COVID-19”, informaba El País. ¿Quién dijo que España no es líder en algo? En creación de comités y comisiones.
Publicado en El Quinze, 16 de octubre de 2020.