TELVRIA: XXVII, XXVIII, XLV
por Vladímir Sorokin

· XXVII ·
Telurio (Tellurium): elemento químico del grupo 16, período 5 de la tabla periódica de los elementos, número atómico 52. Pertenece a la familia de los metaloides, frágil, de un color entre plateado y blanco. Se considera que pertenece a la familia de metales raros. El telurio en estado natural es extremadamente raro, en todo el mundo se tiene únicamente constancia de cuatro yacimientos. Fue descubierto en el año 1782 en una mina de oro en Transilvania. Se conoce la presencia de telurio en cerca de 120 minerales, siendo los más conocidos el plomo, el cobre, el zinc, el oro y la plata. El telurio y sus aleaciones se utilizan en los campos de la electrónica, radiotecnia, la producción de elastómeros resistentes al calor, vidrio de calcogenuro y otros materiales empleados en la fabricación de semiconductores y superconductores. Las propiedades especiales del telurio puro no fueron conocidas hasta recientemente. En el año 2022, en las montañas de Altái, cerca de la aldea de Turochak, un equipo de arqueólogos chinos descubrieron un templo de madera construido por zoroastrianos en el siglo IV a.C. en un yacimiento de telurio natural. En el lugar se encontró una caverna, seguramente escondida al mundo exterior. La caverna, que recibió el nombre de Maktulu (el ilustre), estaba decorada con inscripciones y un símbolo solar realizado con telurio puro al que, a juzgar por el conjunto, los zoroastrianos adoraban. En la cueva de Maktulu se descubrieron cuarenta y ocho esqueletos, todos ellos enterrados en la misma posición, con las manos cruzadas sobre el pecho. Todos los cráneos estaban perforados en un lugar por un clavo de pequeñas dimensiones (42 mm) hecho de telurio nativo. En la cueva de Altái, bajo las imágenes solares, se encontró un martillo de bronce y clavos de telurio diseminados en un semicírculo. Con estos pequeños martillos se clavaron en la cabeza de los cuarenta y ocho cadáveres los clavos de telurio. El acceso a la caverna estaba sellado. Las investigaciones del Instituto de Neurología de Pekín y los estudios de la Universidad de Stanford con una serie de estudios con voluntarios arrojaron unos resultados fenomenales: los clavos de telurio de los zoroastrianos, clavados en cierto lugar de la cabeza, generan un efecto de euforia así como la sensación de pérdida de tiempo. Sin embargo, un pequeño error en la aplicación puede ocasionar la muerte. En el año 2026 el uso de clavos de telurio fue prohibido en una convención de la ONU, y los propios clavos de telurio puro fueron clasificados como un narcótico, y su distribución y fabricación, sancionadas. Después del conflicto militar en la estepa de Barabinsk, la provincia de Altái, bajo los auspicios de la legión aérea normanda ‘Las avispas azules’ (Les Frelons Bleus), celebró un referéndum por el cual la mayoría de la población votó a favor de la secesión de la República de Barabinsk. De este modo, el 17 de junio de 2028 se proclamó en el territorio de la antigua provincia de Altái un nuevo gobierno: la República Democrática de Teluria. El comandante de la legión ‘Las avispas azules’, el coronel Jean-François Trocart, fue elegido primer presidente de la RDT. Teluria ha sido reconocida por 24 estados en el mundo. Además de la cría de ganado, la exportación de telurio y otros metales raros, el principal ingreso de los telurianos es la llamada cura telúrica, en la que, siguiendo el método de los zoroastrianos, se inyecta telurio puro mediante una trepanación en el cráneo para la curación de diferentes enfermedades, incluyendo tumores cerebrales, esquizofrenia, autismo, esclerosis múltiple y alzéimer. Teluria es el único país del mundo en el que los clavos de telurio no son considerados una droga. Los intentos por imponer sanciones internacionales al gobierno a la RDT hasta la fecha se han saldado sin éxito. Una serie de países (Australia, Reino Unido, Irán, California, Prusia, Baviera, Normandía, Albania, Valaquia, Galitzia, Moscovia, Belomorie, la República de Ural, Riazán, Tartaria, Barabisnk, la República de Baikal) no han establecido relaciones diplomáticas con Teluria. La entrada al territorio de la RDT está desaconsejada a los ciudadanos de dichos estados.
· XXVIII ·
[…]
– Genau! — apostilló Witte, pero mirando por encima del capataz, al claro cielo primaveral, en el que comenzaban a perfilarse los primeros signos de la puesta de sol.
– No deberíamos llevarnos el karma de otros, ni siquiera en pequeñas cantidades –continuó el capataz– especialmente después, en el mundo de ahora, después de la guerra. Echad un vistazo a nuestro continente euroasiático: después del desplome de las ideologías y de las utopías gepopolíticas y tecnológicas al final descendió a una bendita ilustrada Edad Media. El mundo se ajustó a la medida del hombre. Las naciones se encontraron a sí mismas. El hombre dejó de ser una suma de tecnologías. La producción en masa sobrevivió en los últimos años. No hay dos clavos iguales cuando los clavamos en las cabezas de los hombres. La gente volvió a valorar las cosas, volvió a comer comida saludable, volvió a cabalgar sobre caballos. La ingeniería genética ayuda a los hombres a sentir su verdadera dimensión. Los hombres volvieron a creer en lo trascendente. Volvieron a sentir el tiempo. Ya no nos apresuramos por ir a algún sitio. Y lo más importante, entendemos que en la tierra no puede existir un paraíso tecnológico. Es más: no puede haber ningún paraíso. Se nos ha dado la tierra como una isla de superación. Y cada cual elige el qué y el cómo. ¡Él mismo!
– Sí, no debemos interferir en las elecciones de los hombres. –sentenció Arnold Konstantinóvich.
– Eso es pecado. –murmuró Latif.
– Fingir compasión, eso es pecado. –resumió el capataz, y se hizo el silencio.
‘Danubio’ comía tranquilamente el heno, que le llegaba hasta los ojos, y respiraba con calma. El ocaso teñía su lomo rojo oscuro y el tronco de un pino solitario. El yamshik se adormecía al calor de los últimos rayos de sol.
– Desde luego, tengo algunas cosas que superar. –concedió con un suspiro Iván Ílich, que se sentaba sobre una alfombra– Por cierto, capataz, ahora que caigo, ¿no es su turno?
– Es el mío. –Respondió Witte sin asomo de sorprenderse, como si esperase esa pregunta desde hacía tiempo.
– Le oímos.
– Es una historia muy sencilla. Montenegro. Un anciano. No demasiado próspero, un jubilado corriente. Había ahorrado dinero para el clavo, me llama. Se lo clavo. Torcido. Utilizo el pie de cabra. Ayuda. Sale el clavo. El viejo vuelve en sí mismo. Y me dice dos palabras en serbio: ‘Nema boga’ (No hay dios). Fin de la historia.
El capataz tosió y se echó a dormir.
Artel le siguió con la mirada durante un rato, visiblemente insatisfecho.
– La brevedad es la hermana del talento… –bromeó Arnold Konstantinóvich, y se acurrucó. — Está empezando a hacer algo de frío.
– Viene de las ruinas. –Laertes arrancó unas cuantas hojas secas, se las llevó con desgana a la boca y se puso a masticarlas.
– Me voy al sobre. –Mikitok se levantó con dificultad de la alfombra y se fue hacia ‘Danubio’.
Ivan Ílich se levantó con más dificultad todavía, quejándose, y se fue con ellos.
El capataz se fue hasta el pino y se puso a mear contra el tronco. Tres cuervos volaron por encima de las ruinas de la muralla. Después otros dos.
Latif se levantó con facilidad y ejecutó un salto mortal. En el bolsillo, el aparato inteligente emitió un sonido.
– ¿Y dónde están los detalles? –preguntó a media voz Serge, echando un vistazo al chorro de pis del capataz.
– ¿Dónde? — dijo Laertes mientras guiñaba un ojo — en el clavo.
· XLV ·
¡Grandes de la República de Berna!
La banda de la legión aérea china ha usurpado finalmente el poder en la capital. Las elecciones al parlamento se han llevado a cabo con una monstruosa manipulación y artimañas. Ni uno solo de los Grandes ha sido elegido senador. Nos han expulsado sin vergüenza del poder. Cinco meses atrás, cuando los legionarios chinos y el Ejército de la Resistencia expulsaron de Berna a los salafistas, nos utilizaron como carne de cañón. Fuimos nosotros quienes cruzamos Nordring a bordo de los tanques y atravesamos la puerta de la ciudad bajo el fuego de las ametralladoras, fuimos nosotros quienes nos quemamos por el fuego de los lanzallamas en Bubenbergplatz. Gracias a nuestro heroísmo, nuestra entrega y nuestro altruismo innatos. Después de eso nos convertimos en una carga para Berna y sus nuevos gobernantes. Los chinos, con el apoyo de los Menores y algunos conciudadanos prochinos, desempeñaron un gran trabajo subversivo poniendo a los ciudadanos de la república en contra nuestro. ¡Ahora resulta que somos los culpables de los robos y pillajes! Se acusa a los Grandes no solo del humillante saqueo de las bodegas de ‘Mövenpick’ y del desgraciado hurto de 28 quesos de ‘Chäsbueb’, sino del célebre robo de las reservas de oro del banco nacional. Sin embargo, todo el mundo sabe que fue un grupo de Menores del grupo de Bilbo el Loco quienes se abrieron paso a través de brechas líquidas después de recibir el chivatazo de Wolpe el carpintero, un criminal, traidor a la patria y colaboracionista, entrando en contacto con la ayuda de telurio con el director del banco antes de la guerra, ejecutado por los salafistas. Con el oro robado sobornaron a los votantes para que saliesen los candidatos prochinos. A continuación todo el poder en la capital y la república pasó a manos de los legionarios y sus Menores cómplices, que obtuvieron lugares preeminentes en el parlamento. A nosotros, los auténticos héroes de la guerra, se nos reserva el papel de ciudadanos de segunda clase. Se nos quiere emplear como ganado, sólo para los trabajos más pesados. ¡Eso nunca! ¡Es el momento de una Gran Marcha de los Mayores sobre Berna! Nos reuniremos mañana a las 12:00 en el búnker de la Asamblea Federal de Bollingen. Pedimos que se asista solamente con bastones, sin armas blancas ni armas de fuego. Nuestra marcha ha de tener un carácter exclusivamente pacífico.
¡Abajo los usurpadores chinos y sus cómplices!
Mutig, mutig, liebe Brüder!
Mir werde gwinne!
Teluria, Vladímir Sorokin (Moscú: AST, 2013)